viernes, 18 de octubre de 2013

Aristipo y Dionisio (filosofia de bolsillo)

. LA IGNORANCIA DE LOS RICOS.
Aristipo solía frecuentar la residencia del tirano Dionisio, a quien no dudaba
en pedir favores de vez en cuando. Un día, Dionisio le preguntó por qué los filósofos suelen
prodigarse en sus visitas a los ricos mientras que los ricos no frecuentan las casas de los
filósofos, a lo que Aristipo respondió:
-Porque los filósofos saben lo que les falta, pero los ricos no lo saben.
 A CADA CUAL SEGÚN SUS NECESIDADES.
Dionisio gustaba rodearse de filósofos, a los cuales obsequiaba luego con algún
regalo que otro. En cierta ocasión, Aristipo aceptó de él una suma de dinero mientras que
Platón se conformó con un libro. Como alguien se lo recriminó, Aristipo se limitó a comentar:
-Yo necesito dinero, Platón necesita libros.
. QUIEN QUIERA PESCAR HA DE MOJARSE.
Una vez Aristipo recibió sin rechistar un escupitajo de Dionisio. Alguien que
andaba por allí y vio lo ocurrido le preguntó:
-¿Pero cómo puedes aguantar que te escupan sin inmutarte? A lo que Aristipo replicó:
-¿Acaso no aguantan los pescadores que el mar los empape para coger un pescado? Pues con más
motivo yo, que voy a coger una ballena, me dejo salpicar un poco de saliva.
 LOS OÍDOS DEL TIRANO.
En otra ocasión, Aristipo intercedía ante Dionisio por un amigo, y al no obtener
lo que pedía, se arrojó a sus pies. Como algunos le echaran en cara después tal actitud,
Aristipo, sabedor de que los tiranos sólo escuchan a los sumisos, se justificó diciendo:
-¿Y qué queréis que haga si Dionisio tiene los oídos en los pies?
. DOS BURRITOS EN CASA.
Cuando un mercader acaudalado le pidió a Aristipo que se encargara de la
educación de su hijo, éste le exigió a cambio una paga de 500 dracmas, una cantidad que al
otro le pareció exagerada.
-Por esa cantidad de dinero podría comprarme un buen burro -le dijo. Y Aristipo replicó:
-Hazlo y tendrás dos buenos burros en casa.
 LA VERGÜENZA DEL PUTAÑERO.
Aristipo solía frecuentar la casa de una prostituta llamada Lais. Una de las
veces iba acompañado de un joven que, al ir a entrar, sintió vergüenza. Aristipo entonces le
dijo:
-No es vergonzoso entrar en su casa; lo vergonzoso sería no saber salir.
 LOS PLACERES COMPATIBLES.
Cuando alguien le reprochaba sus relaciones con Lais, la cual vendía sus
servicios a muchos otros hombres, él replicaba:
-¿Y qué hay de malo? Yo le pago para gozar de ella, no para impedir que otros puedan
gozarla.
. HAY COSAS QUE ES MEJOR NO OÍR.
Una vez alguien lo estaba difamando, cuando Aristipo se dio media vuelta y se
alejó para no seguir escuchándolo.
-¿Por qué huyes? -gritó el otro.
-Porque tú tienes poder para decir maldades, pero yo no lo tengo para oírlas-contestó
Aristipo.
Viajaba Aristipo por mar hacia Corinto cuando una borrasca empezó a zarandear el barco, y el
filósofo sintió miedo. Otro de los viajeros, viéndolo turbado, le dijo:
-¡Qué cosas tiene la vida! Yo, que soy hombre de pocas luces, no me asusto, y tú, que eres
filósofo, estás temblando de miedo.
Y Aristipo replicó:
-Es que, si morimos, no se pierde lo mismo en tu caso que en el mío.

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